Lo increíble ya es algo cotidiano

El trabajo fotográfico de Lucas Zimmerman me ha tocado de pleno, es curioso que algo tan habitual no nos llame la atención hasta que lo vemos reflejado en los otros, un instante de la vida de personas anónimas que podríamos ser cualquiera de nosotros.

El proyecto, titulado Solitude Palace, está dedicado al 20º aniversario del smartphone, un dispositivo mágico que nos conecta y nos divide.

No lo neguemos, el teléfono móvil hoy en día es como la navaja suiza de hace años, además de para comunicarnos, lo usamos para todo, como linterna, despertador, medidor de pulsaciones, agenda para temas variados,…

Asumes que se trata de un aparato «casi» imprescindible en tu vida, en función del poder que hayas decidido darle. Recuerdas cuando en tu infancia el intercomunicador de Star Trek te parecía increíble y nunca habrías imaginado que, unos 30 años más tarde, tendrías un dispositivo similar, al que sólo le falta la teletransportación física porque la virtual ya existe.


Y ante unas imágenes como estas, que no dejan de ser inquietantes y son la realidad, aunque podrían pertenecer a un capítulo de Black Mirror, es cuando asumes el cambio. No voy a entrar en el debate del propio título de la serie de imágenes, en el que la soledad es la protagonista.

Ya nada volverá a ser lo mismo, nuestra cotidianidad ha cambiado. Durante muchos siglos lo habitual era ver esta imagen, pero en lugar de sostener un smartphone, sosteníamos un libro, ahora tenemos un haz de luz delante de nuestros ojos cada noche.

Nos acostamos sabiendo el tiempo que hará al día siguiente, conociendo la última hora de las noticias, apuntando cada uno de nuestros planes, sin apenas lugar para la improvisación. Lo vemos como algo natural cuando a nuestro yo de hace 30 años le habría parecido increíble.


Y todo esto, aunque inquietante, me niego a verlo como algo negativo. Todos conocemos alguna teoría acerca del cambio que conllevará la tecnología en nuestra especie. Quizá sea ingenua pero prefiero darle la vuelta y verlo maravillada. Nos ha tocado vivir un tiempo, en el que la tecnología cambia a velocidad de vértigo y la vamos integrando en nuestras vidas con toda naturalidad.

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